En algún otro post he mencionado que son siete las ciudades sicilianas que componen el elenco del muestrario del «barroco siciliano» del Val di Noto: la propia Noto, Catania, Acireale, Ragusa, Módica, Scicli y la última, Caltagirone.

Ciudades barrocas del Val di Noto

Y la coloco la última porque, una vez visitadas todas, concluyo que es la menos barroca de todas en su conjunto, aunque sigue teniendo muestras muy representativas. Caltagirone está muy cerca de Catania, en el interior, a una hora en coche, y el viaje se hace cómodamente.

Localización de Caltagirone

Hay que remarcar que su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2002, y ciertamente hay razones para ello. El primer ejemplo lo pudimos apreciar en el mismo sitio donde aparcamos, con la impresionante fachada de la iglesia de San Francisco de Asís, del siglo XVIII.

Iglesia de San Francisco de Asís

Desde allí, hay unas vistas de la ciudad que enseguida llaman la atención, con la llamativa cúpula color verde de la Catedral, que luego visitaríamos. Antes, cruzando el puente de San Francisco, ya pudimos apreciar en sus muros la seña de identidad principal de la ciudad, la cerámica.

Panorámica de la ciudad, desde San Francisco de Asís

Las vistas desde el puente son también curiosas, porque te permiten ver parte de la ciudad desde alto y vislumbrar algunas edificaciones barrocas muy características, como el palazzo Sant’Elia, cuya última planta está a la altura del puente.

Palazzo Santa Elia, desde el puente de San Francisco

Tomando la vía Roma nos aproximamos al centro histórico de la ciudad, donde está la Catedral de San Giuliano, pero antes se puede observar la imponente presencia del conjunto formado por dos edificios barrocos, por un lado la iglesia de Santa Ágata (S. XVI) y por el otro la antigua Cárcel Borbónica (s.XVIII), hoy Museo Cívico de la ciudad.

Iglesia de Santa Ágata y la antigua Cárcel Borbónica

De inmediato, entramos en la plaza de Umberto I, donde se encuentra la Catedral, con su gran cúpula revestida de cerámica de color verde, y con su «campanile» de 48 metros de altura. Su sencillo exterior delata enseguida que se trata de un templo algo más moderno que otras catedrales. El campanario es del siglo XX y cuenta con un reloj hecho también en cerámica.

Cúpula de la Catedral y el Campanile

Su interior es también bastante sencillo, en estilo neoclásico que le otorga solemnidad. Se nota claramente que se han ido incorporando pinturas y esculturas con el tiempo, llegando a encontrar un altar mayor claramente moderno, con imágenes y adornos muy recientes.

Nave central, con el altar mayor al fondo

Hay un gran contraste con las esculturas que se encuentran en ambos lados del crucero. A la izquierda del altar se encuentra una imagen de la Virgen de la Merced y a la derecha, bajo la escultura de Cristo crucificado, dentro de un cofre acristalado se observa una escultura de Cristo muerto hecha en madera policromada. Esta urna con el Cristo se procesiona por la ciudad todos los Viernes Santos.

Imagen de la Virgen de la Merced
Urna acristalada con el Cristo muerto de madera policromada

Tras visitar la Catedral, nos acercamos a otra de las iglesias barrocas de renombre, la Iglesia de la Circuncisión de Jesus o de los Jesuitas. Se trata de una iglesia del siglo XVI, hecha durante la época de dominio español junto al Colegio de los Jesuitas. Cuando se suspende la Compañía de Jesús, la iglesia pasa a ser gestionada por las teresianas y el culto se dedica a Santa Teresa de Ávila.

Iglesia del Gesú

A continuación, dirigimos nuestros pasos a la plaza donde se encuentra el Ayuntamiento, que ocupa el edificio de un antiguo palacio nobiliario de estilo neoclásico. En la misma plaza, al frente del Ayuntamiento, se encuentra el edificio de la Corte Capitaniale, o Palacio de Justicia, de estilo renacentista.

Ayuntamiento, antiguo Palazzo dellÁquila
Detalles de una de las esquinas del Palacio de Justicia s.XVII), donde se aprecia el emblema de la ciudad, con el escudo español

Desde la misma plaza, se observa el que sin duda es el símbolo de la ciudad: la escalinata de Santa María del Monte. Con una longitud de 142 escalones, la escalera se construyó en el siglo XVI para unir la parte alta de la ciudad, donde se encontraba el Castillo, con la parte baja.

La escalera de Santa María del Monte, con sus azulejos en cada escalón

La peculiaridad de la escalera radica en los adornos de sus escalones, hechos en 1954 con cerámica local y narrando a través de sus figuras o motivos los distintos estilos y épocas que ha vivido la ciudad, desde los árabes hasta la época contemporánea.

Detalle de la cerámica, sus formas y colores

Una vez arriba, se llega a la Iglesia de Santa María del Monte, que ocupa la localización del antiguo castillo. Se cree que fue construida con las piedras del castillo y durante muchos años fue la iglesia matriz de Caltagirone. Desde su plaza hay una buena panorámica de la ciudad.

Iglesia de Santa María del Monte
Panorámica desde arriba de la escalera

En el belvedere de la plaza, hay un mural en cerámica que narra la victoria del conde normando Ruggero II sobre los musulmanes, el 25 de julio de 1090, y por tanto la imposición de cristianismo tomando como Santo Patrón a Santiago Apóstol.

Mural conmemorativo de la victoria normanda sobre los musulmanes

Solo nos quedaba por visitar otra de las joyas de la ciudad, el Jardín público de Vittorio Emmanuele II, que se encuentra en la parte baja de la ciudad, más allá de la iglesia de San Francisco. El jardín data de la segunda mitad del siglo XIX y su creación respondió a la necesidad de expandir los límites de la ciudad hacia la planicie sur.

Jardín de Vittorio Emmanuele II o Villa Comunale

Lo cierto es que es un bonito jardín, muy cuidado, sencillo y elegante, del cual se puede presumir y estar muy orgulloso. Con decoraciones neoclásicas en forma de estatuas, llama la atención el uso de la terracota, en especial en una hermosa balaustrada que enmarca la parte alta del jardín.

Balaustrada en terracota

La estrella del jardín es sin duda el quiosco o templete musical de estilo morisco revestido de cerámica. Del mismo material se adornan los muros exteriores que enmarcan el jardín, y que pueden observarse desde el coche cuando uno se acerca a la ciudad.

Templete o quiosco musical
Detalle de la cúpula acristalada y las columnas revestidas de cerámica
Detalle de los muros del Jardín, adornados con cerámica

Aún siendo la menos conocida y quizás la menos opulenta de las ciudades barrocas, Caltagirone es una ciudad bonita, bastante elegante y bien cuidada. Y desde luego, el lugar indicado para los amantes de la cerámica, con infinidad de tiendas y un magnífico mueso de la Cerámica que no pudimos visitar. Pero mereció la pena visitar la ciudad.

Puerta de acceso al Jardín, con San Francisco de Asís al fondo
Una de las muchas tiendas de cerámica, con un bonito carro repujado

2 Comentarios

  1. ana leon enero 31, 2021 at 10:38 am

    Muy interesante y una explicación muy detallada que facilita enormemente la visita de la ciudad

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    1. Juan Carlos Raimundo enero 31, 2021 at 10:42 am

      Muchas gracias por su comentario, Ana. Espero que otros posts le resulten también interesantes. Un cordial saludo

      Responder

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