Aprovechando nuestra estancia en Vera, realizamos varias excursiones para conocer alguno de los lugares más pintorescos del Parque Natural de Cabo de Gata, lugares recomendados por unos buenos amigos que suelen veranear en el pueblo de San José.
Por supuesto, la visita a San José era obligada y la verdad es que me gustó bastante el pueblo. Enclavado en pleno Parque del Cabo de Gata, es un pueblo sencillo, de los de toda la vida, pero a la vez bastante «exclusivo».
Recorriendo sus calles se aprecian buenas casas y chalets de veraneo, así como hoteles y restaurantes elegantes. La playa principal de San José combina ambas facetas, la familiar y la exclusiva. Es una buena playa para bañarse, toda de arena, con todos los servicios y de aguas tranquilas ideal para pequeños y ancianos.
En lo tocante a restauración, San José tiene buenos bares, chiringuitos y restaurantes, pero hubo uno que nos llamó especialmente la atención, El Refugio de Cala Higuera, por su ubicación pegado a un acantilado y también por la calidad de su cocina. El acceso al mismo es por un camino pedregoso sin asfaltar, y las vistas desde la terraza son una maravilla.
En el mismo San José, en uno de sus barrios residenciales al sur, también disfrutamos de la buena cocina del lugar y de su buen pescado, en Casa Sebastian. Se almuerza en la terraza y desde allí se tiene una buena panorámica de otra de las playas del pueblo, la playa de La Calilla.
Más al sur discurre el camino que te lleva en dirección a las playas más renombradas del Parque del Cabo de Gata, la playa de los Genoveses y la playa de Mónsul. Son tan famosas que en temporada alta se paga por acceder y aparcar, y hay límite de vehículos y horarios de acceso restringidos. Así que, nosotros nos conformamos con visitar únicamente la Playa de los Genoveses.
Y mereció la pena, sin duda fue la mejor playa de todas las que visitamos durante nuestra estancia en Almería. La playa es completamente virgen, ubicada en una bahía protegida por el Morrón de los Genoveses, de arena fina y aguas cristalinas. Además, la entrada es suave y progresiva, ideal para los más pequeños.
A pesar de la gente que había, el baño fue delicioso y mereció la pena, incluso estando solo una hora y media. Pero el sitio es perfecto para llevarse una sombrilla y algo de comer y beber, y pasar todo el día allí.
Otra de las playas que visitamos en el Parque fue la Playa de los Escullos, también conocida como Playa del Arco, a unos 10 km al norte de San José. De guijarro fino, es conocida por tener una duna fósil en uno de los extremos de la bahía, una formación rocosa muy característica. En esta playa, así como en al de los Genoveses, se han rodado escenas de varias películas muy conocidas.
En el otro extremo de la bahía de los Escullos está el pequeño pueblo de La Isleta del Moro, al que fuimos a comer un día. Hay allí un par de restaurantes que están en la misma orilla, mirando al mar, y tienen buena fama. Tanta que no hubo forma de reservar y aunque finalmente nos atendieron, tuvimos que esperar hasta las 16:00 h para sentarnos a comer.
En términos generales, el Parque de Cabo de Gata conserva la misma apariencia de hace 30 años. Aunque hay más turistas, las edificaciones no enturbian la vista y se sigue disfrutando de bastante tranquilidad en unos parajes áridos y salvajes, bastante atípicos.