Jaca es un municipio del que había oído hablar mucho y bien, especialmente a algunos compañeros que habían estado destinados allí y a otros que, sin haberlo estado, decidieron comprarse una segunda casa en la pequeña ciudad para poder disfrutar de su calidad de vida.
Lo que no sabía es el valor histórico que tiene la ciudad. Situada en el Valle del río Aragón, el único valle que discurre en paralelo a los Pirineos y que conecta Pamplona con Cataluña, Jaca es una ciudad pre-románica que ha perdurado hasta nuestros días.
Su papel como «castro» o ciudad-militar se inicia tras la invasión de España por los musulmanes. Jaca será parte de la Marca Hispánica establecida por Carlo Magno, que por su situación geográfica jugaba el papel de control de uno de los pasos de los Pirineos, el de Somport. Por el valle trascurría también el Camino de Santiago y era importante controlar el tránsito.
Jaca fue la primera capital del Reino de Aragón. Elegida en el siglo XI por el rey Ramiro I como tal, en seguida se inició la construcción de su sede catedralicia. De planta románica, la Catedral, fue construida en fases y con los siglos se le fueron añadiendo bóvedas, capillas y pórticos en distintos estilos.
El exterior está bastante encajonado en la ciudad y es dificil tener una buena perspectiva. Además, nosotros lo tuvimos aún más dificl porque las calles estaban cortadas para garantizar la seguridad del Rey Felipe VI, que ese día visitaba la ciudad.
Visitar su interior es hacer un rápido recorrido por distintos estilos arquitectónicos. El templo guarda un sabor románico indiscutiblemente, pero se aprecian otros estilos en sus capillas y portadas. En su conjunto, la Catedral es sin duda una de las estrellas de la ciudad de Jaca.
La otra estrella indiscutible es la ciudadela militar, anteriormente denominada Castillo de San Pedro. Data del siglo XVI, y fue ordenada construir por Felipe II para servir como defensa a las incursiones francesas en el norte de la península.
Su estado de conservación es magnifico, lo cual nos ofrece la oportunidad de apreciar una obra de arquitectura militar que fue muy avanzada para su época. Es una fortaleza en forma de estrella de cinco puntas, con sus baluartes, fosos, polvorines y túneles, que ya incorporaba medidas diseñadas para ataque y defensa con el empleo de artillería.
Efectuamos una visita muy completa, recorriendo su exterior y también visitando el Museo de Miniaturas que alberga en su interior, en una de las dependencias de los antiguos cuarteles que dan a la plaza de armas central.
Pero aún mas valor histórico tiene el Monasterio de San Juan de la Peña, al que no pudimos ir en la misma jornada que visitamos Jaca porque la visita del Rey lo impedía. Así que, tuvimos que desplazarnos otro día, reservar hora y regresar para contemplar uno de los monasterios más antiguos de España, en que la leyenda dice que se constituye el Reino de Aragón.
El Monasterio es en realidad un conjunto de dos monasterios de la orden benedictina, el Nuevo del siglo XVI, y el Viejo, que data de principios del siglo X. La visita se inicia en el Monasterio nuevo, que dejó de usarse como tal con la Desamortización de Mendizabal, y hoy en día alberga el centro de interpretación del monasterio.
Pero la pieza de verdadero valor es el Monasterio Viejo. Se funda en el año 950 en una cueva al amparo de una enorme peña, que es lo que le da el nombre, en la que se encontraba una pequeña ermita dedicada a San Juan Bautista. Y dice la leyenda que desde allí se inició la conquista de tierras de Jaca y Ainsa, que engrandecieron el condado de Aragón.
La leyenda debe tener bastante de cierto puesto que llama la atención que el monasterio fuera panteón de los primeros reyes de Aragón y de muchos nobles aragoneses. Además, la leyenda se agranda alrededor de la custodia por algunos años del Santo Grial.
El monasterio es una joya del arte románico, que tiene un encanto especial por su ubicación. La visita es muy recomendable, porque permite apreciar la evolución de la propia construcción, que fue ampliándose con el trascurrir de los años y sufrió devastadores incendios.
Son de apreciar la iglesia prerrománica o iglesia baja, el panteón de nobles y el panteón real, de estilo neoclásico, así como la iglesia alta de estilo románico, y la capilla de San Victorián, de estilo gótico tardío.
Pero es su claustro románico del siglo XII el que distingue al Monasterio. Está incompleto, abierto al aire, y no obstante tiene un gran poder de atracción. Sus columnas pequeñas y sencillas y sus capiteles, que narran escenas de la vida de Jesus y de la Sagradas Escrituras, conforman arcos de medio punto rodeados de moldura ajedrezada.
El conjunto es soberbio, uno de esos lugares que guardan cierta magia, gracias a su localización, el entorno y el valor histórico-artístico de sus construcciones. Sin lugar a dudas, es uno de esos lugares que hay que conocer.