Hacía más de 30 años desde la última vez que veraneamos en la zona de Vera, en la provincia de Almería, y la verdad es que tenía interés en saber cómo había evolucionado un área que, por lo que yo recordaba, a finales de los 80 estaba aún por descubrir, con un turismo reducido y principalmente extranjero.
Fuimos a alojarnos a un aparta-hotel situado en Vera Playa, en el límite norte de la urbanización Puerto Rey, que era donde precisamente nos alojábamos en nuestra etapa anterior. Tal y como nos aproximábamos a la zona, resultaba evidente que nada se parecería a la imagen que guardaba en la memoria, ni siquiera la playa.
La Playa de Vera, también conocida como «el Playazo», conserva muy poco de lo que era hace 30 años. Aunque sigue siendo muy amplia y larga, entonces no tenía prácticamente turistas, lo que le confería un mayos aspecto de «virginidad». Hoy por hoy, la playa no llega a estar masificada gracias únicamente a sus grandes dimensiones y capacidad, pero en las urbanizaciones adyacentes se palpa la sensación de saturación.
A cambio, el auge de la construcción en la zona ha favorecido otros aspectos, como la existencia de nuevas infraestructuras y carreteras, y la disposición de servicios varios mucho más próximos que hace años. Un buen ejemplo de ello lo pudimos descubrir en nuestra visita al pueblo de Villaricos, que nos impresionó por su bonito paseo marítimo y su buena restauración.
El pueblo de Vera también ha mejorado mucho con el tiempo. Sigue siendo un pueblo grande y clásico, pero sus infraestructuras son ahora mucho mejores que antaño, y se aprecia el cuidado en sus plazas y calles más emblemáticas.
La Plaza Mayor, con la iglesia de la Encarnación y el Ayuntamiento, sigue siendo el epicentro de la vida social de Vera. Lo cierto es que sus vecinos pueden presumir de tener una plaza bien bonita y acogedora, que conserva edificios y negocios que le confieren mucha autenticidad al pueblo y a sus orígenes.
El pueblo que redescubrimos fue el de Mojacar, uno de los Pueblos Más Bonitos de España. Yo recordaba lo difícil que resultaba aparcar en el pueblo hace 30 años, teniendo muchas veces que dejar el coche en cualquier hueco disponible en la carretera de acceso, y aun así tener que subir alguna cuesta para acceder a un laberinto de calles estrechas y sucias.
Sin embargo, hoy en día se aparca de maravilla en la parte baja del pueblo, y se puede acceder a su centro a través de un ascensor. Eso no evita que se tengan que subir escaleras y pendientes para pasear por el pueblo, pero reduce significativamente el cansancio.
Además, el pueblo estaba muy blanco, como si estuviera recién encalado. Y sus calles limpias y bien asfaltadas, y con el mismo número de tiendas, bares y negocios turísticos de siempre. Pasear por Mojacar sigue siendo agradable, a pesar de la numerosa gente que hay a todas horas.
Entramos por la Plaza Nueva e hicimos el recorrido por sus plazas principales, como la Plaza Iglesia de Santa María, la del Parterre o la de Ayuntamiento hasta completar la subida hasta el castillo.
En realidad, no hay castillo ni restos apreciables, pero sí un mirador que te concede una buena panorámica del paraje de la costa almeriense.
Si Mojacar pueblo ha cambiado, ¡¡qué decir de Mojacar playa!! Hace 30 años las playas de Mojacar eran las únicas de la zona con turismo masivo, y eso no ha cambiado. O si lo ha hecho, es para aumentar. No obstante, también se han abierto accesos a otras playas que antes ni se conocían, como la Playa del Sombrerico.
En realidad nos dirigimos hacia allí en busca de un chiringuito de playa que nos habían recomendado, el Chringuito Manaca, donde nos tomamos un buen arroz mirando al mar. El acceso a esa playa es a través de un sendero no asfaltado y bastante pedregoso que recorre el acantilado, con algunos puntos en los que conviene circular muy despacio.
En el trayecto, se pueden visitar un par de torres defensivas que aún se mantienen en pie. La primera es la Torre o Castillo de Macenas, construida en el siglo XVIII y dedicada no solo a vigilancia sino también a defensa con cañones, aunque al parecer se le dio poco uso.
La segunda es la llamada Torre del Pirulico, de estilo nazarí, levantada entre los siglos XII y XIV como torre de vigilancia. Se puede acceder a ella libremente, y desde arriba se tienen unas vistas bastantes buenas del litoral de Mojacar.
Antes de llegar a la Playa del Sombrerico hay otra cala/playa llamada de Bordenares, que es donde nosotros nos bañamos. Son playas sin ningún tipo de servicio, con unos cuantos guijarros a la entrada, pero poco saturadas y con agua limpísima.
Sin lugar a dudas, en estos 30 años la zona ha cambiado una barbaridad, en algún sentido para bien y en otros para mal. En pleno mes de agosto, hay demasiada gente en todos sitios, pero también es cierto que las infraestructuras y servicios han aumentado significativamente. Posiblemente, el acierto sea visitar la zona fuera de los meses de temporada alta.