La primera vez que pisé Sicilia, allá por el año 1992, en las tres semanas que estuve en la isla la única ciudad que visité fue Taormina. Y lo hice porque era la que más fama tenía, la que todo el mundo recomendaba como visita obligatoria. Ahora, más de 25 años después y tras haber conocido otros lugares de Sicilia, yo no opinaría lo mismo. Pero eso no quita para que Taormina siga siendo uno de los lugares más fascinantes de la isla.
Taormina se encuentra a casi una hora en coche de Catania, transitando por la autopista que une Catania y Mesina. Esa autopista, que corre entre el Etna y el mar, te permite adivinar que las vistas de los paisajes que se pueden contemplar desde un pueblo elevado como Taormina deben ser magníficas, bellisimas. Y así es, en mi opinión, el mayor atractivo de Taormina son sus bellas vistas; lo que en italiano se conoce como «belvedere».
La historia de Taormina está íntimamente ligada, como otras muchas ciudades de Sicilia, a los griegos, que fueron sus fundadores, a finales del siglo V a.C. Posteriormente, la ciudad fue sometida por los romanos, los árabes, los normandos y finalmente los españoles. La ciudad conserva restos representativos de las distintas culturas que la dominaron, pero vuelven a sobresalir los de la cultura greco-romana.
El Teatro Antico es sin duda el monumento más significativo de Taormina. Su enclave, elevado como si de un balcón se tratara, y mirando a la bahía de Naxos, ofrece unas vistas espectaculares del mar Jónico y la costa este siciliana. Su estado de conservación es bastante bueno, aunque ha sido muy reformado para poder seguir siendo usado.
Es algo más pequeño que el teatro de Siracusa, y en realidad su fisionomía es hoy puramente romana. En él se acoge un festival anual cultural muy renombrado, Taormina Arte, con representaciones teatrales y musicales que tienen una alta demanda.
También se está restaurando un odeón romano del siglo I a.C. que se encuentra en la entrada norte de la ciudad, pegado a la iglesia de Santa Caterina de Alessandría. El odeón no es más que un teatro de pequeñas dimensiones, para no más de 200 personas. Se solían emplear para representaciones musicales y literarias.
Otro de los restos romanos de renombre es la Naumachie, nombre que significa «juegos navales», porque en esos lugares se solían recrear batallas o enfrentamientos navales. Sin embargo, no parece que este lugar en Taormina se dedicara a eso, dado su enclave y la dificultad que supone llevar el agua hasta él. Se cree que su función allí fue la de un gimnasio.
Restos árabes quedan pocos, siendo uno de ellos un castillo en un monte cercano a la ciudad, que no visité. Pero quizás el más llamativo es la torre defensiva construida a la entrada norte de Taormina, que posteriormente fue integrada en la construcción del palacio Corvaja, sin lugar a dudas uno de los edificios con mayor sabor medieval de la ciudad, cuyo patio recuerda un poco a la casa de Romeo y Julieta en Verona.
Llama la atención en Taormina la práctica ausencia del barroco en sus calles, a diferencia de otras muchas ciudades sicilianas. Su calle principal, la arteria por donde discurre la vida y el turismo en la ciudad, es el Corso Umberto I.
Siempre muy transitada, plagada de comercios para turistass, tiendas de moda y restaurantes, la calle peatonal atraviesa la ciudad de norte a sur. Desde la Puerta Messina a la Puerta Catania, la calle se abre de cuando en cuando en plazas y plazoletas que acogen fuentes e iglesias, y balcones desde donde se puede disfrutar de magníficas vistas sobre el mar Jónico.
La Plaza del IX de Abril es una de las más concurridas de la ciudad, y lo es sin duda por su encanto, con uno de los miradores más amplios de la ciudad. Desde allí se obtienen unas vistas extraordinarias del mar Jónico y la costa. En esa plaza, se ubican un par de iglesias, pero la de San Giuseppe es sin duda la más remarcable. Su interior también merece la pena ser visitado.
Como en toda ciudad italiana, la Plaza del Duomo es el corazón de la ciudad. En esta ocasión, la iglesia Catedral no es tan majestuosa como en otras ciudades, al tratarse de una iglesia medieval del siglo XIII. Está dedicada a San Nicolás de Bari, y presenta claros rasgos de iglesia-fortaleza.
Además de la Catedral, la Plaza del Duomo tiene una fuente del siglo XVII, que es de las pocas obras civiles de estilo barroco que se encuentran en Taormina. Pero su encanto está más en las terrazas de los múltiples restaurantes que rodean la fuente y en las tiendas de productos típicos, que son un reclamo constante para el turista.
En mi opinión, eso es precisamente lo que le sobra a Taormina, tantos turistas. Es tanta la fama que ha alcanzado que está saturada, por lo que transitarla no es fácil ni placentero. Y además, todo es más caro. Taormina se hizo famosa a finales del siglo XIX y principios del XX por un turismo elitista, de escritores, nobles y personajes famosos que la eligieron como destino romántico con fama de exclusividad y excentricidad. De ahí alguno de los maravillosos hoteles que perduran, como el Hotel Timeo, hotel de lujo pegado al teatro con unas vistas soberbias.
Pero hoy en día, el turismo que acude a Taromina es un turismo popular, a pesar de los altos precios que se estilan. Por eso, sigo pensando que el lugar más acogedor y verdaderamente exclusivo de Taormina es el Jardín de la Villa Comunal o el Jardín Municipal, un pulmón verde para la ciudad, pero a la vez un lugar de retiro y contemplación fantástico, con uno de los mejores miradores de la ciudad.
No muchos turistas le dedican tiempo a estos jardines, por lo que la estancia es aún más agradable. La Villa fue en su tiempo propiedad privada de Lady Trevelyan, una noble escocesa que acabó casándose con el alcalde de Taormina a principios del siglo XX. Y ella ordenó construir una serie de edificaciones muy pintorescas, llamada Victorian follies, que hacen único a este espacio.
Desde el Jardín, las vistas son magníficas, pero en mi opinión el mejor «belvedere» de Taormina está en la Vía Pirandello, porque desde allí se puede contemplar la otra joya de Taormina, la famosa Isola Bella.
La «Isla Bonita» verdaderamente merece ese nombre cuando uno la ve desde el mirador y de cerca. Está tan próxima a la costa que con marea baja es fácil encontrarla unida a tierra. Como tan bien es demasiado fácil encontrar sus playas abarrotadas de turistas. La ciudad hace todo lo posible por facilitar al turista el acceso a la playa, y la gente no pierde la ocasión, desde luego, aunque solo sea para hacerse la foto y subirla a las redes.
En cualquier caso, eso es Taormina, y así seguirá siendo por mucho tiempo. Se ha ganado su fama a pulso, y el que quiera venir a visitarla debe saber qué es lo que se encontrará. Pero planificando bien la visita, sin duda es uno de los sitios que se debe visitar en la isla.
Una vez mas… maravilloso post. Y ademas eres muy buen fotógrafo.
Impaciente por el siguiente👏👏