En alguno de mis viajes de regreso a Catania desde Madrid, había observado que sobrevolavamos una pequeña ciudad situada en un promontorio, elevada sobre la planicie central siciliana. Esa ciudad es Enna, y alguno de mis compeñareos italianos ya me habían hablado de ella, mencionando que celebraban una Semana Santa muy similar a la de muchos municipios españoles.
Me recomendaron esperar a entonces para visitarla, pero soy mas de la idea de conocer los lugares sin prisas ni aglomeraciones, por lo que aproveché el mes de Febrero para escaparme a Enna. Lo cierto es que aunque hacia buen día, al ser invierno la temperatura en Enna se notaba fría, no en vano allí arriba estábamos a algo casi mil metros de elevación sobre el nivel del mar. Eso si, con unas vistas soberbias de la isla, con el Etna al fondo.
Enna se caracteriza precisamente por eso, por su posición geográfica en el centro de la isla (de ahí lo del sobrenombre de «ombligo») y por su elevación, lo que la hace prácticamente inexpugnable. Y su monumento mas representativo y símbolo de la ciudad es sin duda el Castillo Lombardo, una imponente fortaleza bastante bien conservada situada en el punto mas alto de la ciudad.
El Castillo es mi punto de partida de la visita a la ciudad antigua, situada algo mas elevada que la ciudad nueva, expansión urbana que sucedió a principios del siglo XX para acoger el incremento de población. Desde el Castillo se accede, por un camino, al otro punto mas emblemático de la ciudad, la Rocca Cerere o la Roca de la diosa Ceres, desde donde se pueden apreciar las magnificas vistas de la planicie siciliana que se extienden hacia el mar, hacia Catania, en el este de la isla.
El centro histórico se recorre rápido a pie, caminando a lo largo de una calle que acoge algunas casas nobles o palaccios y que desemboca en la Plaza del Duomo y de Giusepe Mazzini. Estas plazas acogen alguno de los edificios más significativos de la ciudad, destacando el Duomo, la Iglesia de Santa María de la Visitación, patrimonio de la UNESCO.
La calle Roma es la arteria principal de la ciudad, y une el Castillo con el Belvedere Marconi, otro de los lugares privilegiados y bien cuidados de Enna. Como su nombre indica, las vistas al norte de la ciudad desde esta balconada son bastante bellas. Seguramente, es de los lugares más concurridos en el verano, abierto y fresco, y debe ser muy agradable tomar algo sentado en sus terrazas, ahora cerradas, claro. o simplemente descansar del paseo sentado en uno de sus bancos, a la sombra de los arboles de la plaza.