Antes de mi viaje a Portugal, Guimarães era para mí el nombre de un equipo de futbol, y nunca me había preguntado por o había escuchado hablar de la ciudad que le da nombre a ese equipo. Sin embargo, tiene razones más que suficientes para ser conocida, sin ir más lejos considerase la cuna de Portugal.

Localización de Guimarães

Muy próxima a la frontera con España, la fundación de Guimarães se remonta incluso a antes de los romanos. Pero en lo que toca a la fundación de Portugal, fueron los reyes astures los que legaron a su descendencia la ciudad reconquistada a los musulmanes, allá por el siglo X.

Guimarães, cuna de Portugal

Portugal era un condado, que quedaba sujeto al reino de León. Pero es Alfonso Henríquez, hijo de la reina Teresa de León quien se subleva y se enfrenta a su madre para independizarse, naciendo así el reino de Portugal. La batalla tuvo lugar en las inmediaciones de Guimarães, en el año 1128.

Monumento del Rey Alfonso Henríquez, primer Rey de Portugal.

Dirigí mis pasos en primer lugar al Castillo de Guimarães, situado en la parte más alta de la ciudad. La visita al Castillo se hace de manera combinada con la del Palacio de los Duques de Braganza, por lo que pagué mi entrada y recorrí las estancias del palacio.

Palacio de los Duques de Braganza

La verdad es que no me entusiasmó demasiado. Es un edificio que en teoría data del siglo XV, pero está tan reconstruido que uno tiene la impresión de encontrarse en una réplica de esas que ponen en los parques Disney. No obstante, es un palacio fortaleza de carácter defensivo y de gran valor histórico para los portugueses.

Otra vista del palacio, donde se pueden observar los muros almenados.

El palacio es de estilo borgoñés , y como tal tiene un claro sabor medieval. La influencia francesa se justifica por la procedencia de D. Enrique de Borgoña, padre del primer rey de Portugal, el rey Alfonso Henríquez.

Entrada y pórtico de la Iglesia del palacio

Pero del palacio original queda poco en pie, porque fue reconstruido prácticamente del todo hace menos de 80 años. La visita te permite recorrer algunas estancias del palacio, que están amuebladas y decoradas con muebles de la época.

Una de las salas del palacio, con la réplica de un gran tapiz

Cuenta también con grandes salas y salones nobles, donde se supone que se reunían los duques con sus invitados o donde se efectuaban las recepciones oficiales. Quizás, lo más llamativo de la visita al palacio es la capilla. de enormes dimensiones, situada en la segunda planta y justo en el centro del edificio.

Altar de la Iglesia, con grandes vidrieras al fondo

La visita continúa con el ascenso al Castillo de Guimarães, construido en el siglo XI y que fue la residencia de los padres del Rey Alfonso Henríquez y también del propio Rey. Desde la parte superior de la Torre del Homenaje se tiene una magnífica vista de la ciudad, y se puede observar el Palacio de los Duques y la Iglesia románica de San Miguel desde arriba.

Castillo de Guimarães
Vista del palacio y de la Iglesia románica de San Miguel

Por mucho valor histórico que pueda tener la parte alta de la ciudad donde están el Castillo y el palacio, el encanto de Guimarães está en la parte baja. En particular, en las calles y plazas de su centro histórico amurallado (ahora solo parcialmente).

Parte de la muralla que rodea el casco antiguo

El día que visité la ciudad había salido gris y húmedo, pero esas condiciones ayudaron a ambientar aun mejor el pequeño recorrido del casco histórico. No había mucha gente, y tampoco tráfico, por lo que parecía que estabas paseando en una viaja ciudad medieval.

Largo do Toural, punto de entrada al casco antiguo

El cogollo histórico de la ciudad guarda mucha armonía. Sin ser exuberante o excesivamente bonito, las calles y plazas de Guimarães invitan a pasear y pararse disfrutar de una copa de vino en una de las muchas terrazas, pero ese día estaban cerradas.

Plaza de Santiago

El Largo de Oliveira es uno de los lugares que se debe visitar inexcusablemente. Es una plaza en la que destaca el templete del Salado (celebra la victoria de la Batalla del salado) y la iglesia gótica de Nuestra Señora de la Oliveira. Pero es el conjunto en sí lo que más impresiona.

Largo do Oliveira, con la Iglesia y el templete al fondo

Algo similar ocurre con la Plaza de Santiago, con un marcado sabor medieval. Es fácil imaginarse la plaza llena de mercaderes, con sus puesto desplegados donde hoy despliegan las terrazas de bares y restaurantes.

Pradao do Salado

La vocación católica está muy presente en toda la ciudad, como no podía ser de otra manera. Llama la atención los oratorios de los Passos, pequeñas capillas distribuidas por el recorrido que debió tener el Vía Crucis en la ciudad en algún momento.

Capilla de Nuestra Señora de la Guía, uno de los oratorios aún en pie

Todo esta muy limpio y ordenado, y la ciudad cuenta con mucho espacios abiertos, amplias alamedas y jardines, que le confieren aún más tranquilidad y serenidad. Sin lugar a dudas, debe ser una ciudad con una alta calidad de vida.

Magnífico paseo ajardinado, con la Iglesia gótica de la Consolación al fondo

1 Comentario

  1. Loreto Raimundo Martínez marzo 1, 2021 at 9:50 pm

    Guimaraes si lo conozco, estuvimos 3 días y lo recorrimos y disfrutamos mucho, es un pueblo con mucho encanto, de allí nos fuimos un día a Porto y otro a Braga, nos encantó ese viaje en familia

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