Llevaba años queriendo conocer Almería capital. La había cruzado dos o tres veces anteriormente, pero nunca me paré a recorrer sus calles o visitar sus monumentos. Así que, aprovechando nuestra estancia veraniega en Vera, nos escapamos un domingo para hacer una breve visita.
Era el día después de la fiestas de la ciudad, así que lamentablemente muchas atracciones turísticas estaban cerradas. por eso no dirigimos directamente a visitar La Alcazaba, que estaba abierta al público y que es, en mi opinión, el símbolo de la ciudad.
Me pareció muy acertada la política seguida por la Junta de Andalucía en lo tocante a esta visita: la gratuidad de acceso a La Alcazaba asegura un elevado numero de visitantes, quienes necesariamente se acercarán al centro histórico de la ciudad, dada la ubicación del castillo.
La Alcazaba es un castillo-fortaleza milenario, erigido por Abderramán III en el siglo X sobre la base de otra fortaleza anterior. Es uno de los conjuntos arqueológicos de estilo andalusí mas importantes de España, compuesto por la alcazaba en sí y sus murallas exteriores, que incluyen las murallas de Jayrán o de la Hoya, al norte, en lo alto del Cerro San Cristóbal.
Tiene tres recintos, pero nosotros solo visitamos el primero. Las vistas desde sus murallas son privilegiadas. No se puede decir que sean bellísimas, pero enseguida se adivina por qué se eligió este punto para levantar el castillo. Desde allí se puede divisar espléndidamente la ciudad, el puerto y el mar.
La visita al recinto es rápida. Un paseo agradable por sus jardines, buscando la sombra de sus árboles y el frescor de sus albercas. Incluso siendo las 12:00 de la mañana en pleno mes de agosto, el calor es soportable.
Te puedes asomar a sus murallas y observar su grosor y altura. Desde el lado norte, se contempla muy bien la muralla de Jayrán (nombre del primer rey de la taifa de Almería) y las excavaciones arqueológicas que están en marcha. Arriba, en lo alto del Cerro de San Cristóbal, además del castillo cristiano se divisa una estatua al Sagrado Corazón de Jesús.
Después dirigimos nuestros pasos hacia el barrio de La Medina, el núcleo de la ciudad musulmana antigua y uno de los barrios típicos que se deben visitar para conocer la Almería actual. Sus calles, callejuelas y comercios conservan un aire muy característico de las ciudades musulmanas. Con poca imaginación, uno piensa que está en Marruecos.
Sin embargo, cruzando la Calle de la Reina, comienza otro barrio en el que hay plazas y calles que contrastan de inmediato con ese sabor moruno. Por ejemplo, la Plaza Vieja, una plaza que data del siglo XIX donde se ubica el Ayuntamiento y que viene a ser el centro social de la ciudad.
Este barrio es mucho más comercial. Su calle principal, que viene a ser una especie de Calle Mayor, es la Calle de las Tiendas. Una calle peatonal flanqueada por comercios de todo tipo a uno y otro lado que finaliza en la plaza de Manuel Pérez García. En esa plaza es donde se accede a los refugios de la Guerra Civil, que merecen una visita. Pero nosotros no pudimos visitarlos porque hay que reservar con mucha antelación.
Esa plaza es también colindante con la conocida como Puerta de Purchena, que debe su nombre a una de las antiguas puertas de acceso a la ciudad (Puerta de Peccina). Se caracteriza por su actividad y por una serie de edificios burgueses del siglo XIX, construidos cuando Almería experimentó el boom de la minería.
A continuación bajamos por el Paseo de Almería, verdadera espina dorsal de la ciudad que vertebra todos sus barrios y zonas residenciales. Se trata de un amplio paseo arbolado, lleno de cafeterías y tiendas elegantes, así como de edificios públicos y sedes principales de los bancos más importantes.
Entre sus edificios destaca uno de estilo modernista, el del Teatro Cervantes, que data de principios del siglo XX. Y también llama la atención el del Museo de Arte de Almería, que se trata de una vivienda de estilo vasco o norteño que fue donada por Doña Francisca Díaz Torres ( popularmente conocida como Doña Pakyta), que fue una empresaria turística impulsora del parque natural de Cabo de Gata.
El trayecto del paseo de Almería coincide con el de la antigua muralla que cerraba la ciudad y finaliza en la confluencia con la Avenida de Federico García Lorca, también conocida como la Rambla de Almería.
Desde allí se accede inmediatamente al paseo marítimo y área portuaria, llamando mucho la atención una estructura metálica que se adentra en el mar y que es conocida como «el Cable Inglés». Data de principios del siglo XX y se trata de un cargadero de mineral, un gran muelle metálico al que llegaban los vagones cargado de hierro para ser embarcados para su traslado a Inglaterra.
La verdad es que el aspecto industrial habitual de la zona portuaria queda disimulado por un bonito parque urbano que es otro de los emblemas de la ciudad, el Parque de Nicolás Salmerón. debe su nombre al famoso presidente de la I República española, que era natural de Almería.
Por último, nos desplazamos hacia la Catedral de la Encarnación, aunque desgraciadamente no pudimos entrar a visitarla porque estaba cerrada. La catedral se encuentra embutida entre calles y plazoletas del barrio conventual, al este de la Calle de la Reina. No es fácil verla desde la lejanía, porque carece de domo.
Se trata de una iglesia de tipo fortaleza, con estilo medieval que data del siglo XVI. Se construyó sobre las ruinas de una anterior iglesia que fue destruida por un terremoto, en el mismo emplazamiento donde se había ubicado la mezquita mayor musulmana.
Tiene distintas torres y atalayas, así como elementos de marcado carácter defensivo. La plaza es hoy un espacio abierto y elegante, con múltiples palmeras, pavimentada en mármol de Macael. A los pies de la torre tenemos la imagen de un obispo que fue martirizado durante la Guerra Civil, en agosto de 1936.
Terminamos nuestra visita comiendo en un restaurante. Por puro azar, acabamos en uno de comida marroquí, muy bien ambientado y de buena calidad. Desde luego, fue un broche adecuado para cerrar la visita a una ciudad que aun siendo europea y española tiene muchas raíces musulmanas y en la que se aprecia la influencia de nuestros vecinos del sur.