Sí, así es, esa es la impresión que me dejó Trápani, una ciudad distinta situada en la Sicilia occidental, mucho más serena y auténtica, en mi opinión, que las que encontramos en la parte oriental.
De hecho, Trápani, no suele figurar como uno de los destinos top de la Sicilia. A diferencia de Palermo, Catania, Siracusa o Agrigento, Trápani no tiene tanta fama ni es conocida en el exterior, ya sea porque carece de señalados atractivos turísticos o porque su tamaño y actividad no le hacen destacar.
En 1992, por motivos laborales, tuve la oportunidad de conocer Trápani y, la verdad, es que guardaba un recuerdo algo amargo de la ciudad. Recordaba una pequeña ciudad portuaria, sucia y bastante abandonada, sin ningún atractivo especial. Por ello, había ido posponiendo la visita, hasta que decidí hacerlo aprovechando el viaje que planee para visitar la isla de Favignana.
Reservé una habitación en el casco antiguo de la ciudad por un par de noches, de manera que tuviera tiempo de conocerla, así como de visitar alguno de los lugares más emblemáticos de su alrededor, como Érice y Segesta, incluyendo el salto en barco a la isla de Favignana.
Trápani está, con respecto a Catania, justo en el lado opuesto de la isla, a algo más de 300 kilómetros, pero todos en la autopista que conecta ambos ciudades con Palermo. El viaje se hace rápido y cómodo, y ya al entrar en la ciudad te das cuenta de que el tráfico es bastante más reducido y ordenado que en otras ciudades, en consonancia con su tamaño.
Trapani no es muy grande, aloja a unos 65.00 habitantes y lo hace de manera esparcida, sin abusar de edificios de gran altura. Pero a la misma vez, las viviendas se reparten en la estrecha lengua de tierra que penetra en el mar, formando una península, dejando a un lado una enorme salina, que es una de las fuentes económicas de la ciudad y al otro el mar abierto.
Se trata de una ciudad rodeada de agua, una ciudad portuaria, dedicada a la pesca y al comercio y, en menor medida al turismo. Su puerto es uno de los reclamos de la ciudad; desde él parten los ferry que permiten acceder a la las Égades, y a él llegan cruceros y barcos de todas partes.
La zona norte del puerto enlaza con la zona más apta para el baño, en la Playa de la Mura di Tramontana, uno de los puntos más acogedores de la ciudad. El paseo al atardecer es una delicia, con una magnifica luminosidad en el ambiente, creada como consecuencia de cielos impolutos y el sol ocultándose. El panorama me recuerda a Cádiz.
El casco histórico de Trapani parte del mismo puerto y penetra bastante ordenadamente en la tierra. Hay una sucesión cartesiana de calles y avenidas, algunas de ellas peatonales, que acogen muchos negocios y edificios con clase. Trapani es una ciudad con mucha historia también, aunque no sea muy conocida.
La ciudad es muy limpia y bastante ordenada, incluso en sus calles peatonales del casco antiguo. Tiene rincones espectaculares, con paseos abiertos al mar, arboledas que recuerdan la época del romanticismo, y muchos edificios civiles y religiosos de renombre.
Pasear por las calles peatonales de Trápani es un placer. Al atardecer, estaban bastante animadas y las cafeterías y restaurantes despliegan sus terrazas e invitan a sentarte a disfrutar del momento y el lugar. Los edificios que definen estas calles son nobles, elegantes y forman un conjunto bastante armonioso.
La Catedral de San Lorenzo Mártir, situada en usa de esas calles peatonales, es de estilo barroco con arcos en su entrada. Es bastante grande, y su interior es muy elegante. Y esta conectada por medio de un puente cubierto con el Palacio Episcopal.
En la misma calle, un poco más al este, se encuentra la Iglesia del Colegio de los Jesuitas, cuyo interior es, al parecer maravilloso. Esta iglesia es una muestra más de la influencia española en la ciudad, no en vano la misma fue privilegiada ya por Fernando El Católico y por Carlos I. No estaba abierta, así que me quedé con las ganas de visitarla. Pero su exterior barroco es grandioso, y merece la pena detenerse a contemplar sus detalles.
Al final de la calle, a modo de cierre, se encuentra otro edificio noble que es el Palazzo Senatorio o Palazzo Cavarreta, otro edificio barroco del siglo XV que en su día fue sede del Senado y que hoy acoge al Ayuntamiento. En su parte superior tiene dos relojes, que fueron añadidos en el siglo XVII.
Muy cerca de allí se encuentra la Plaza de la Fontana de Saturno, con la fuente que le da nombre. Se trata de una de las fuentes mas antiguas de la ciudad, del siglo XIV, que se construyó para celebrar la finalización del acueducto que abasteció la ciudad durante muchos años, hoy ya desaparecido en su totalidad. La fuente fue adornada posteriormente con la estatua del dios Saturno, y en su parte superior se puede leer una placa dedicada al Rey Felipe III, en el año 1603.
En esa misma plaza se encuentra la Iglesia de San Agustín, una de las más antiguas de Trápani. Fue dedicada en sus inicios, en el siglo XI, a acoger a los caballeros templarios, con culto a San Juan Bautista. Posteriormente, ya la ciudad bajo dominio español, se amplió en estilo gótico y se le dedicó a San Agustín.
Otra de las iglesias que merece conocerse es la de las Almas del Purgatorio, también en el centro histórico muy cerca de la Catedral. Es una iglesia encajonada, que hace esquina, pero bastante grande. De estilo barroco, su fachada principal es magnífica y desde ella parten las procesiones del Misterio durante la Semana Santa.
Pero no solo destaca Trápani en la belleza de sus iglesias, sino también de sus palacios y edificios civiles. Un ejemplo de casa señorial es la que ocupa hoy en día el Banco de Sicilia, el Palacio Burgio, un edificio noble del siglo XVI, que fue reformado para guardar su estilo gótico. Se encuentra en otra de las calles peatonales señeras de la ciudad, la Vía Giuseppe Garibaldi.
Esta calle está en el lado norte, y corre paralela a la costa de la Playa de la Mura de Tramontana y a su paseo marítimo, que es muy agradable de recorrer. El «lungomare» comienza en la Piazza del Pesce, una plaza porticada donde se ubicaba hace años el mercado de pescado fresco que capturaban los pescadores.
La calle merece la pena recórrela, admirando las fachadas de sus palacios y sus iglesias, que jalonan los laterales. Termina en un espacio abierto, luminoso y muy señorial, que acoge una serie de edificios públicos más modernos pero que guardan mucha armonía y encajan perfectamente con los edificios nobles del centro histórico y de la calle Garibaldi.
Un poco más al norte se haya Villa Margarita, un parque urbano muy acogedor, enrejado y muy bien cuidado, que invita a disfrutar de su frescor y paz. Es sin duda un bonito broche a la visita de Trápani, una ciudad encantadora, muy tranquila y bien cuidada, abierta al mar y cargada de historia. Uno de esos sitios que te dejan una impresión fantástica.